martes, 15 de mayo de 2018

Nuestra sociedad, hoy más que nunca, demanda líderes. El racionalismo y el materialismo latentes que hacen que el hombre dé solo valor a lo tangible, la falsa idea de que el éxito está en «el tener» o «el parecer» y no en «el ser», el egocentrismo, el hedonismo, la necesidad de resultados a corto plazo, la amoralidad,… hacen que el hombre de hoy esté desorientado y falto de valores.
La desmitificación de cualquier modelo anterior hace que tampoco se tengan referentes, nada es bueno o malo, todo depende del punto de vista de cada uno. La falsa cultura del consenso hace que la verdad haya perdido su valor y que el pensamiento de la mayoría defina la verdad.
Esta situación ha dibujado el perfil de un hombre vacío de valores, sin sentido en la vida, inmaduro e individualista que solo encuentra el falso éxito en lo personal y en lo material, y no en el bien común.
¿Cómo puede este hombre aportar algo verdadero a la sociedad, si prima el éxito personal y el resultado a corto plazo, sobre la búsqueda del sentido, el trabajar por la meta común y el largo plazo?
Si bien el punto de partida para encontrar líderes no parece muy halagüeño, la realidad también nos dice que las personas necesitan valores para ilusionarse, para trabajar, para esforzarse y sobre todas las cosas necesitan encontrarle un sentido a sus vidas. He aquí donde aparece la necesidad de líderes, de modelos a seguir.
Las organizaciones y las empresas han tomado conciencia de que el recurso más importante del que disponen es el recurso humano. Las personas motivadas, preocupadas por el bien común y comprometidas con la meta de la organización, no solo suman, sino multiplican el valor de la misma.
Por todo esto se buscan desesperadamente líderes que arrastren a los demás, que trabajen por el bien común y en pos de la meta. Líderes que conozcan el camino, recorran el camino, muestren el camino, y estén dispuestos a servir para servir.
Si el recurso humano es el valor más importante en una organización cualquiera, en el caso del Ejército ese valor es muchísimo mayor, ya que la esencia del mismo es tener personas preparadas. Además, en el Ejército, la necesidad de líderes es también mucho mayor, ya que desde el cabo hasta el general, todos son conductores de hombres, cuya función principal es ser líderes. Este «deber ser líderes» lo ha destacado el JEME recientemente en su documento VISIÓN 2025.
El objeto de este artículo es dar unas pequeñas pinceladas de cuál es el camino a seguir para pasar de ser un simple jefe a un verdadero líder. En la mano de cada cual estará, a continuación, el profundizar en el tema y desarrollar las condiciones esenciales para convertirse en líderes. No olvidemos que en nuestro caso, ser líderes es además de un deber, una obligación moral.
Elementos del liderazgo
Para empezar, deberemos determinar qué circunstancias se requieren para que se origine el liderazgo y qué elementos intervienen en las mismas.
La llave de entrada al liderazgo es la necesidad. El inicio, desarrollo y final del liderazgo giran en torno a una necesidad. El hombre actual vive en una especie de crisis permanente que se manifiesta en unas necesidades que se pueden presentar de las siguientes formas:
• Originadas objetivamente por la situación del entorno exterior (catástrofes, guerras, caos...), o percibidas subjetivamente por los seguidores del líder (puede no ser una crisis real, pero su sola percepción la convierte en una necesidad real).
• Mostradas por un líder: necesidades que existen, pero que es necesario sacarlas a la luz (orgullo perdido, vacío de sentido o meta, falta de ambición , carencia de autoestima, desmotivación...).
Por otro lado, la existencia de unos seguidores dispuestos a ir tras su líder es la condición indispensable para que el liderazgo se desarrolle.
Y por último hSi repasamos las teorías sobre liderazgo aparecidas desde el siglo pasado, veremos que se han ido enfocando hacia alguno de los elementos o hacia las relaciones entre ellos. La concepción más antigua y tradicional considerabaal líder como una persona con unas cualidades innatas, y se orientaba al estudio de los rasgos distintivos de los grandes líderes de la Historia. Posteriormente hacia los años 50, los estudios empezaron a orientarse hacia el hecho de que la consecución del liderazgo tenía más que ver con la forma de comportarse del líder ante distintas situaciones, desarrollándose así las teorías del liderazgo situacional. Ya en los años 80, los estudios dirigieron su atención hacia las relaciones entre el líder y sus subordinados y a la búsqueda del mejor estilo de mando. Las teorías actuales parten de lo complejo y lo incierto de la situación, para determinar que lo más adecuado se centra en orientar los estudios hacia la situación en su conjunto: partiendo de la necesidad, estudiar la relación entre el líder y los subordinados. La situación compleja y cambiante de nuestros días exige del líder de hoy una gran capacidad de adaptación al cambio y una mentalidad flexible para tratar con la incertidumbre y la complejidad. El siglo XXI necesita líderes flexibles y adaptables que sean capaces de adaptar su estilo de mando natural a la necesidad que surja y actuar de manera flexible para hacer frente a cada situación. En el Ejército, es fácil identificar alguno de estos elementos: por un lado, tenemos a los seguidores que en este caso deberán ser nuestros subordinados; y por otro, al jefe que deberá convertirse en líder, que es lo que estamos estudiando. Nos falta la necesidad, de la que hablaremos a continuación.
El fenómeno del liderazgo
Considerar el liderazgo como un «proceso», permite estudiar su «ciclo de vida» y analizar las condiciones para que se produzca. El liderazgo nace de una necesidad, prospera y se desarrolla mientras existe dicha necesidad, y muere una vez desaparece esta. En este momento debemos plantearnos las siguientes preguntas: ¿Quién crea a quién? La necesidad al líder o el líder a la necesidad. ¿Quién elige a quién? Los seguidores al líder o el líder a los seguidores. La respuesta a estas preguntas nos conduce a dos clases de liderazgo:
• LIDERAZGO PURO O NATURAL: La necesidad exige un líder y los seguidores lo buscan. El liderazgo comienza cuando el líder acepta el reto que le plantean los seguidores. Normalmente este liderazgo surge de manera natural en situaciones de emergencia, tanto organizacionales (quiebras, conflictos, fracasos…), como ambientales (desastres, accidentes, guerras…). Es un liderazgo temporal y su duración está limitada por la dependencia del grupo al líder. Esta dependencia se inicia en una necesidad por cubrir y finaliza en una necesidad ya cubierta.
• LIDERAZGO CREADO O ARTIFICIAL: Un jefe muestra una necesidad. El jefe enfrenta a sus seguidores a una necesidad nueva o muestra una ya existente y los seguidores aceptan el reto y lo erigen en líder. El liderazgo comienza cuando el jefe es aceptado como líder por los subordinados. Vemos que tanto la necesidad puede crear al líder, como el líder puede mostrar una necesidad, pero solo los seguidores pueden elegir al líder. Un jefe puede escoger a sus subordinados, pero solo se convertirá en un líder cuando sea elegido por sus seguidores. En nuestro caso la situación normal será la de líder artificial en la que el jefe muestra la necesidad, la visión, que vendrá orientada por la misión y expresada mediante el propósito del jefe, si lo enmarcamos en el método de planeamiento. Pero también habrá situaciones de tensión máxima en las que el liderazgo natural aflore, como puede ocurrir en determinados momentosde las operaciones en el exterior o incluso en momentos del día a día en territorio nacional.
Sello distintivo del liderazgo
La diferencia entre poder y autoridad muestra el sello distintivo del liderazgo. La puerta que nos abre el corazón de nuestros hombres, es la que deja detrás el poder y nos da acceso a la autoridad, transformando una mediocre jefatura en un liderazgo sobresaliente. ará falta un líder dispuesto a mostrar el camino.
Estos tres elementos se tienen que dar para que surja una oportunidad para el liderazgo. 
El sociólogo y filósofo alemán Max Weber definió ambos términos como sigue:
PODER (del latín potestas): « Es la legítima capacidad de obligar o coaccionar a alguien para que haga lo que usted desea debido a su posición o fuerza, aun cuando esta persona preferiría no hacerlo». En relación con una posición tangible otorgada «de arriba a abajo» y materializada por un cargo.
AUTORIDAD (del latín autoritas): « Es la habilidad para conseguir que los demás hagan voluntariamente lo que usted desea debido a su influencia personal». En relación con una condición intangible prestada «de abajo a arriba »; te la dan y te la quitan los subordinados, no la puede conceder la organización. La autoridad no se impone, se gana día a día.
Liderazgo formal e informal
Desde el punto de vista de la legitimidad y de quién otorga la confianza al líder, el liderazgo puede ser formal o informal. El líder formal dispone de la confianza «de arriba abajo» y «de abajo a arriba» de la organización y de sus subordinados. Se legitima en el poder dado por la organización y se sustenta en la autoridad concedida por los subordinados (autoritas + potestas). El líder informal cuenta con la confianza «de abajo a arriba», pero no con la cesión de poder por parte de la organización, solo dispone de la autoridad que le conceden los miembros del grupo (autoritas). En el primer caso si únicamente hablamos de la confianza de la organización, en el mejor de los casos tendremos solo jefatura, nunca liderazgo. En el Ejército, estaremos hablando del desarrollo de un liderazgo formal, basado en el empleo y cargo conferidos por la organización, y deberemos ganarnos la autoridad por parte de nuestros subordinados para ser líderes.
Del jefe al líder
Podríamos concluir diciendo que los líderes que buscamos deberán conocerse a sí mismos, dominar las habilidades necesarias (humanas, conceptuales y técnicas), realimentar constantemente su competencia (saber, querer y poder) y adquirir el hábito de la excelencia (búsqueda permanente de la verdad, bondad, belleza y unidad); todo ello enmarcado en el mapa del liderazgo. Para entender desde dónde partimos y a dónde queremos llegar, y plantearnos el camino que debemos recorrer, destacaremos a continuación algunas características que diferencian a un jefe mediocre de un líder excelente, haciendo un recorrido por el mapa del liderazgo.

En lo que respecta a la situación, vivimos una época caracterizada por la incertidumbre, la crisis y el cambio constantes, por lo que el líder ha de actuar ajustándose a la situación y no esperar que actúe esta contra él. Debe tener gran capacidad para adaptar su mente a los cambios y la flexibilidad necesaria para ajustar su conducta a dichos cambios. No podemos dirigir el viento, pero podemos ajustar las velas. El líder ha de tener siempre presente la meta permanente, la visión de la organización, el sentido de la misma, el porqué y el para qué. Teniendo presente dicha visión a largo plazo, diseñará objetivos a medio y corto plazo. La organización cumple su misión a través de personas, la materia prima, con objetivos definidos, trabajando en equipo, en pro de una meta común. La senda que nos abre la ruta de la excelencia (saber/poder/querer/deber) parte del auténtico conocimiento de uno mismo (autoconocimiento, automotivación…) y de lacomprensión de la naturaleza humana (psicología, sociología, ética…). Una vez en ruta, seremos capaces de influir, comunicar, motivar y desarrollar a nuestros subordinados.
El primer paso empieza por el conocimiento y desarrollo de uno mismo, el estudio de nuestros valores, nuestras debilidades y fortalezas. Un estudio humilde, verdadero y profundo puede llevarnos a cambiar nuestros paradigmas internos. Sun Tzu decía: «La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario».
El líder, a través del equipo, debe servir a sus subordinados para que logren sus objetivos, y servir a la organización para que alcance la meta. Tiene que buscar equilibrio entre contrarios (fortalezas y debilidades…) e integración entre distintos. Debe tener presente que cada subordinado es una persona única e irrepetible; dispone de un conjunto de piezas de ajedrez, no de varias fichas de damas. Tiene que desarrollarlas desde lo que son a lo que pueden llegar a ser, convertir personas ordinarias en extraordinarias.
En cuanto al proceso directivo, ha de ser la brújula que guía y orienta. Debe orientarse a la previsión y el control. La previsión se fundamenta en la proactividad, comparando la situación actual con la deseada, partiendo de una visión y terminando con la programación de objetivos. Con el control tiene que comparar los resultados con la meta, localizar errores para aprender y mejorar; debe crear una cultura de confianza y no del miedo al fracaso. Con la decisión, esencia del jefe, ha de asumir los riesgos necesarios en función de la oportunidad, debe convertir los problemas en oportunidades.
El líder debe dominar la delegación, delegando las decisiones que conciernan a los medios, y manteniendo la última palabra en las decisiones que afecten a los fines. Las herramientas son fundamentales para el líder: la autoridad es el volante que le permite dirigir; la comunicación son los pedales , el lubricante; y la motivación, la palanca de cambios para impulsar y dar potencia.
La autoridad se basa en la influencia y en la confianza, en el compromiso y en la aceptación,alcanzando la autoridad moral y de prestigio, usando el poder solo en caso necesario. Una comunicación efectiva es la herramienta más importante, que lubrica todo el modelo del liderazgo.
El líder debe comunicar y convencer, no solo informar, debe centrarse en el mutuo entendimiento y el mutuo interés, poniéndose en el lugar del otro y comprobando que se recibe lo que verdaderamente queremos transmitir.
Por último, la motivación, empezando por uno mismo y dando a los subordinados razones y sentido. La mayor motivación no es la que viene de afuera, ni del entorno, sino la que producimos nosotros mismos, la que viene de adentro y sirve hacia fuera. Cuando la persona encuentra el propósito que da sentido a su existencia, se entrega incluso a la muerte. Podríamos sintetizar en una sola frase la esencia del líder: Ver antes, ver más y ver más lejos.
Patologías del liderazgo
Cuando el liderazgo no se adapta al cambio de la situación (necesidad-líder-seguidores) acaba desarrollando una patología. Podemos diferenciar cinco patologías dependiendo del momento en que se origina y del elemento de la situación que quiebra.
• Patología de origen: Cuando la necesidad que se quiere satisfacer es patológica, los seguidores tienden a elegir un líder patológico.
• Patología de inicio: Cuando la necesidad de los seguidores es sana, pero el líder manipula la realidad y a sus seguidores.
• Patología de término: Por inadaptación. Cuando desaparece la necesidad que originó el liderazgo y el líder no se adapta a la nueva situación y busca perpetuarse.
• Patología de adecuación: Por inadecuación. Cuando desaparece la cualidad requerida del líder, por la que se confió en él, y este no acepta la nueva realidad, y se aferra al poder.
• Patología de fin: La megalomanía. Cuando el líder pasa de ser un medio para alcanzar un fin, a ser el fin en sí mismo. La necesidad que satisfacer, es él mismo.



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